19 diciembre, 2013

El misterio de la Reina Roja

¡Abbey al habla desde Montañas Himalaya! Normi, monstruo o ser de naturaleza, no olvidar coger linterna y saco de dormir... Nuestro viaje comienza ya... 



Cogí el primer avión hacia una ciudad maya, actualmente Honduras. No estaba muy satisfecha con mi escogimiento, pues, hay un clima al que no estoy acostumbrada. Estaba en medio del bosque. Seguí paso adelante hacia un paradero que nunca antes había visto, ni siquiera por foto. Estaba apunto de hacer un descanso cuando a lo lejos, pude divisar una especie de pirámide de piedra bastante antigua.

No quería tener problemas con la gente de allí, puesto que me dispuse a dar por finalizado el viaje y hacer otro, pero de repente mi pequeña mamut, Tiritona, huyó tan deprisa, que no me dio tiempo a cogerla antes de que la perdiese de vista. Examiné la pirámide deprisa, pero dándome cuenta de lo que veía. A lo lejos, a los pies de la pirámide, en una esquina, pude ver un puntito blanco con detalles en morado, allí estaba mi traviesa Tiritona. Hice acopio de todas mis fuerzas para gritarla y que viniese. En el momento que se giró para venir hacia mi, una pequeña compuerta se abrió a sus pies y calló en picado. Pegué un gritó agudo. Tenía que encontrarla. Costase lo que costase, no la podía dejar. Tenía una 
de corazonada, encontrar a Tiritona me iba a suponer, una gran aventura.  

Estaba solo a un paso de el lugar donde se había caído. 1, 2, 3... PUUUUUUUUM 
La compuerta se abrió y caí en un abismo profundo. Me dí un golpe en la cabeza, y perdí el conocimiento

Cuando abrí los ojos me encontré a mi mascota subida a mi pecho, lamiéndome la cara. La dí un fuerte abrazo. Me encontraba sobre una cama con mantas de lana. Barras de incienso se tendían ante una especie de tabla de madera fina. Me encontraba en una especie de subterráneo. El estilo del lugar, me recordaba a las actuaciones teatrales de Monster High que veía con mis demás monstruoamigos de vez en cuando. Las paredes estaban decoradas con largas y preciosas mantas de distintos colores y diferentes telas. Al lado de la cama había una especie de escritorio de piedra lisa, con un tintero y una especie de cuaderno de viajes. Lo cogí y me lo guardé en el bolsillo para investigar algo de donde estaba. 
Cuando me dí la vuelta me encontré con un enigmático... ¿¡Tiki?! Era exactamente igual a los que nos encontramos en Isla Calavera con mis amigas. ¿Os acordáis?  ¿Que hacían allí? El Tiki, me dio un abrazó y me explicó, que, parte de su familia les habían ido a buscar y les habían traído hacia aquí para estar todos juntos. En poco tiempo, me había enseñado todas las costumbres de los Tiki y nos había invitado a Tiritona y a mí a pasar un monstruoso fin de semana.

Los 2 días siguientes, fueron monstruosos. Pero ya era hora de volver a casa, pues al día siguiente tenía que presentar el trabajo que había hecho... ¡El trabajo! ¡Se me había olvidado por completo! Tenía que encontrar algo interesante para que la Señora Sangrientez estuviera orgullosa de mí. Mis pensamientos fueron interrumpidos por la sirena de emergencia que habían instalado los Tiki pocos días antes de mi llegada. 5 Tikis entraron a la habitación donde me hospedaba y me dijeron que, el secreto de la Reina Roja no estaba a salvo. ¿El secreto? ¿Que secreto? ¿Que Reina Roja? Me explicaron que la Reina Roja era una reina que se podría decir que fundó la ciudad Maya y que si llegaba a caer en malas manos podían correr un grave peligro. Les prometí que encontraría esa leyenda y se la daría antes de que me fuese. Pero tenía ganas de saber más sobre aquella Reina Roja, así que, cogí mi I-ataud y me puse a investigar. No encontraba nada. Iba a dar por finalizada la búsqueda, cuando leí "El misterio de la Reina Roja"

 Una mujer se pasea por los templos de piedra de la ciudad maya de Palenque, en medio de la jungla de Centroamérica. Viste un traje adornado con botones de malaquita, y en la cabeza, cuyo cráneo ha sido deformado dolorosa y ritualmente desde su niñez, lleva un tocado de largas plumas de quetzal. Su nariz es curva y su rostro firme, pero tiene la mirada triste: su poderoso imperio, cuyos cientos de edificios escalonados destacan en la selva de la neblina del amanecer, está sumido nuevamente en la crisis. Sabe que esta vez serán necesarios todos los esfuerzos de su marido, el gran gobernante Pakal II el Grande, y de sus tres hijos para restablecer el orden y acabar con los codiciosos enemigos. Pero también es consciente de que ella no vivirá para ver el reino en toda su magnificencia. Los dolores de huesos y dientes, causados por la osteoporosis, y los abscesos son insoportables, y los constantes partos han hecho mella en su frágil cuerpo. Su muerte es llorada por todo el imperio y su marido ordena lo que hasta ahora había sido algo sin precedente entre los mayas: sepultar a una mujer dentro de un sarcófago, en un templo. Es el año 672.

Dos cuerpos acompañan al esqueleto principal

Trece siglos después, en 1994, una joven arqueóloga se encuentra boquiabierta ante un sarcófago con los huesos femeninos que ha ayudado a descubrir. Cubiertos del polvo metálico de cinabrio usado por los antiguos mayas, los huesos han adquirido un color rojo vivo, como si en la muerte quisieran aún evocar la sangre de la vida. Una colección de más de mil piezas -collares de jade, perlas, agujas de hueso y conchas- cubre y rodea el esqueleto. Y en los extremos del sarcófago, dos cuerpos más -un adolescente y una mujer-, que se supone que fueron sacrificados para acompañar a la mujer en el viaje final. ¿Quién es esta dama que mereció el honor de un sarcófago, si se tiene en cuenta que en toda la Meso a mérica maya sólo se han hallado dos sarcófagos de piedra, ya que la mayoría de los cuerpos se enterraban directamente en la tierra? "La bautizamos Reina Roja de Palenque por el impresionante color de sus huesos", dice la arqueóloga Fanny López, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, quien encabezó las excavaciones de la tumba, en el corazón de una pirámide en la plaza principal de Palenque. "Su descubrimiento fue muy importante por el rango que se le concedía a una mujer. Pero ahora debíamos averiguar quién era, ya que teníamos al menos tres candidatas para ocupar su lugar, todas asociadas con el gobernante Pakal, el más importante rey maya: su madre Zak Kuk, su esposa Tzakbu Ajaw, o la primera mujer que presidió Palenque, Yohl?ik Nal".
El Misterio de la Reina Roja

Tablillas y vendas para deformar su cráneo

Hasta hace poco, el rompecabezas sobre la identidad de la Reina Roja era casi tan complejo como su máscara funeraria de 280 piezas de jade. Patrocinado en gran parte por Discovery Channel Latinoamérica/Iberia, un equipo de antropólogos forenses, bioarqueólogos, historiadores y genetistas se propuso resolver el misterio y llegó a conclusiones provisionales. A primera vista, del análisis de los restos óseos de la mujer, cuya estatura era de 1,54 metros -alta para aquella época-, se concluyó que el hecho de haber encontrado los tobillos muy juntos indicaba que primero fue amortajada. Además, tenía el cráneo deformado -rasgo que compartía con la mayoría de la población enterrada en la antigua ciudad de Palenque-, lo que se había logrado utilizando un aparato cefálico a base de vendas y tablillas constrictoras. "Cuando quisimos fechar los huesos con carbono radiactivo, descubrimos que el cinabrio se había mezclado con el material orgánico, de tal manera que hacía imposible llegar a una conclusión", dice la bioarqueóloga Vera Tiessler, de la Universidad Autónoma de Yucatán, directora de la investigación. En cambio, los otros dos acompañantes, hallados a su lado, que estaban libres de cinabrio, fueron fechados entre los años 620 y 680. Ahora que se conocía una fecha, se necesitaba establecer si había un parentesco con Pakal II. Pero como el cinabrio también había roto las cadenas de ADN de la mujer, fue preciso invertir dos años e incontables intentos de extracción del material genético en la Universidad de Lakehead, un avanzado laboratorio de estudios paleoarqueológicos en Canadá. Los resultados fueron categóricos: la Reina Roja no fue madre, hermana o hija de Pakal.

La mujer hallada en la tumba no nació en Palenque

Esto deja como candidata a la esposa del gobernante, quien murió en 672. Al extraerse isótopos estables de estroncio de los dientes de la Reina Roja y compararse con el perfil geológico de Palenque se descubrió que ambos perfiles son diferentes. Esto hace suponer que la mujer vino de fuera de Palenque, lo cual concuerda con la biografía de Tzakbu Ajaw. También concuerda el número de hijos que tuvo, según las inscripciones halladas en la tumba de Pakal, con el avanzado estado de osteoporosis del cuerpo y la edad que tenía al morir, unos 60 años. Una excelente reconstrucción facial hecha por la asesora del FBI Karen Tay lor, quizás la mejor artista forense del mundo, sacó a relucir el asombroso parecido de la Reina Roja con los frescos que retratan a Tzakbu Ajaw en el templo de Pakal, que además la describen como un personaje influyente en cuestiones políticas. Es sabido que los frescos mayas son casi los únicos que retratan a los personajes como fueron en la vida real, en lugar de simplemente pintar una cara. Ahora que la Reina Roja tiene un rostro y quizás un nombre, Tiessler necesita confirmar su identidad sin lugar a dudas. "Para identificarla del todo necesitamos ADN de cualquiera de sus hijos. Pero ninguno de éstos han sido encontrados aún. Esperamos que en el futuro, si se localizan estos restos, los avances en arqueología e identificación nos permitan cerrar el capítulo".


Unos cien años después de la muerte de la Reina Roja, Palenque y el resto de la civilización maya clásica caía en una inexplicable e irreversible decadencia. Un desastre ecológico unido a las guerras y luchas dinásticas fueron los culpables del éxodo de las grandes ciudades mayas. Palenque fue probablemente abandonada a comienzos del siglo IX, cuando se detienen todos los registros sobre construcciones y dinastías, y cuando la selva trató de borrar la identidad de la Reina Roja.


Me saqué del bolsillo el cuaderno que había encontrado en el escritorio de la habitación. Todo coincidía. Lo que estaban buscando los Tiki era eso, la especie de cuaderno que había encontrado.

Devolví el cuaderno a los Tiki y me lo agradecieron dándome un pequeño talismán que yacía en su pirámide desde hacía siglos y que estaban seguros de que lo guardaría con sabiduría.

Les dí las gracias y justo antes de que me fuese a ir, me entregaron...

¡El libro de la Reina Roja! Así es, el cuaderno que les había entregado segundos antes.

"El secreto estará a salvo en tus manos" me dijeron.

Me despedí de todos ellos y me zarpé junto con Tiritona hacia Monster High.

Ya tenía claro el trabajo que iba presentar...


El libro ahora yace en Monster High, en la biblioteca del instituto, en una caja transparente, hechizada para que ningún monstruo, meta sus garras en el.

Y vosotros, ¿guardaréis el secreto?
















                                      

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